Crítica: REVENGE «Violation.Strife.Abominate»

Cuando una banda como Revenge lanza un nuevo disco, no hay duda de lo que se va a recibir: guerra sonora, caos estructurado y una atmósfera de misantropía absoluta. Con Violation.Strife.Abominate, su séptimo álbum de estudio, el dúo canadiense reafirma su dominio en el terreno más salvaje del black/death metal, sin compromisos ni concesiones. Aquí no hay espacio para la moderación ni para la belleza: solo hay fuego, violencia y destrucción.

Desde el primer segundo, el álbum se lanza al cuello del oyente con riffs abrasivos y baterías que no buscan precisión clínica, sino impacto brutal. La producción es cruda pero efectiva, dejando que todo suene como una grabación de guerra subterránea: capas de ruido abrasivo, distorsión extrema y voces que no parecen humanas. La voz de James Read suena como un alarido de odio perpetuo, enterrado bajo toneladas de distorsión, emergiendo para gritar sobre ruina, aniquilación y supremacía bélica.

Musicalmente, el disco no busca innovar sino intensificar. A diferencia de otros lanzamientos en la escena extrema que experimentan con ambientaciones o técnicas progresivas, Revenge se mantiene firme en su dogma: repetición obsesiva, velocidad sin freno, estructuras desquiciadas y una atmósfera opresiva que no permite descanso. No hay respiros ni pausas contemplativas; solo embestidas una tras otra que transforman el álbum en una experiencia sensorial más que auditiva.

Temas como “Violation Unit (Balaclava Directive)” y “Shockwave Iconoclast” resumen perfectamente la intención del álbum: sonidos que buscan doblegar al oyente, no entretenerlo. Cada canción es un ataque directo, con una lógica interna que parece caótica, pero que al escuchar con atención revela un patrón de control total sobre la devastación. La batería, aunque salvaje, está construida para generar una pared rítmica que no cae en la monotonía, y las guitarras, aunque disonantes, arrastran al oyente como cuchillas giratorias.

Ahora bien, Violation.Strife.Abominate puede resultar agotador incluso para oídos entrenados. Con más de 40 minutos de duración, el disco bordea el riesgo de la saturación. Si bien el estilo de Revenge nunca ha dependido de la variedad, una escucha completa puede sentirse como atravesar un campo de batalla sin fin. Esto no es necesariamente un defecto, pero sí una advertencia: este no es un álbum para escuchas casuales ni ambientes relajados.

En definitiva, Violation.Strife.Abominate es una obra de violencia sonora total. Es la continuación lógica del camino que Revenge ha seguido durante un cuarto de siglo: el de la negación de todo lo humano en favor del caos absoluto. Quienes ya admiran su estilo encontrarán aquí otra joya bélica para agregar a su arsenal. Quienes esperen evolución o matices, seguirán sin encontrar nada. Revenge no cambia. Revenge destruye y no hace prisioneros.