Crítica: LAST RETCH – «Abject Cruelty»

El segundo álbum de Last Retch, Abject Cruelty, es un ultrapesado, denso e intenso Death Metal que combina riffs muy elaborados con un ligero toque de oscuridad, recordando a bandas como Cannibal Corpse, Vomitory o Bolt Thrower, pero con un carácter más pútrido y sombrío. Si en su debut Sadism and Severed Heads ofrecían un golpe directo de brutalidad old school, aquí muestran un crecimiento notable en composición, producción y concepto, logrando un equilibrio muy conseguido entre el Old School y el Death Metal contemporáneo, sin perder la ferocidad que los caracteriza.

Ocho canciones bastan para demostrar que la banda ha sabido pulir su propuesta: riffs aplastantes, batería incansable entre blastbeats y grooves, y voz gutural que refuerza un clima de podredumbre y violencia. La producción de Davis Maxwell en Schoolhouse Studios equilibra crudeza y claridad, permitiendo que cada instrumento conserve su filo sin perder contundencia. Las letras adquieren un peso especial, reflejando decadencia urbana, crisis de adicciones, enfermedad mental y descomposición social, convirtiendo al disco en un retrato descarnado de un entorno que se desmorona.

Canciones como “Dissolved in Lye (Down to Rot)” o “In the Polder They Reek” estremecen tanto por su fuerza musical como por la crudeza de sus imágenes líricas. La portada, realizada por Brad Moore, es visualmente muy buena y detallada, aunque personalmente puede parecer algo demasiado colorida para un disco que, en sonido y atmósfera, es tan oscuro y pútrido. Lo único que puede quedarse corto es su duración, apenas 28 minutos que pasan en un suspiro, dejando con ganas de más, aunque también refuerza la intensidad concentrada del trabajo.

El disco mantiene la agresividad del primero, pero añade variedad interna, con cambios de tempo, atmósferas más trabajadas, solos inesperados y una cohesión global que lo convierte en un trabajo más sólido. En definitiva, Abject Cruelty golpea más duro, suena más definido y deja claro que Last Retch ya no es solo una promesa del Death Metal canadiense, sino una realidad capaz de competir en la escena internacional.