Crítica: EVOKEN «Mendacium»

Con Mendacium, Evoken vuelve a situarse en el territorio donde el Funeral Doom alcanza su expresión más pura: un espacio de sonido pesado, ceremonial y profundo. La banda no se apoya en ornamentos ni dramatismos, sino en una densidad casi mineral que convierte cada nota en un peso físico.

El disco toma como eje las horas canónicas, ocho divisiones del día que en la tradición monástica marcan los momentos de oración y meditación. Evoken adopta esa estructura no como simple referencia, sino como marco conceptual: cada tema corresponde a una etapa del ciclo espiritual, desde la vigilia nocturna hasta el cierre del día. A través de esa secuencia, el grupo reflexiona sobre la fe, la duda y el vacío interior, entendidos no como experiencias religiosas, sino como estados mentales de agotamiento y descomposición.

Entre las capas de guitarras y las voces sepulcrales, los solemnes teclados desempeñan un papel esencial: no buscan protagonismo, sino que sirven como atmósfera, como una bruma sonora que aporta profundidad y solemnidad al conjunto. Su presencia constante da cohesión al álbum y evita que el peso extremo del funeral doom se vuelva estático. A pesar de su lentitud y su carácter opresivo, Mendacium no resulta monótono; Evoken saben envolver al oyente en un trance sostenido, manteniendo una estética coherente y absorbente que nunca pierde interés ni dirección.

Sonoramente, Mendacium recupera el carácter cavernoso y monumental de los trabajos más clásicos del grupo. Las guitarras se extienden en capas gruesas y sostenidas, con una reverberación que parece absorber el aire. La batería es contenida pero firme, funcionando más como un pulso ritual que como base rítmica. Las voces, profundas y arrastradas, se integran al entorno sonoro como una textura más: no comunican, sino que emanan.

En comparación con Hypnagogia, este nuevo trabajo es más árido y menos narrativo. Evoken abandona cualquier atisbo de accesibilidad y se sumerge por completo en la gravedad del género. Los pasajes instrumentales (Prime y Vespers) actúan como respiraciones contenidas dentro de un bloque sonoro que apenas deja espacio para el alivio. El álbum se siente concebido como una unidad indivisible, donde los temas no buscan destacar por sí solos, sino mantener una tensión constante que culmina en un agotamiento emocional deliberado.

Mendacium es un disco que reafirma la identidad de Evoken como arquitectos del sonido fúnebre: meditado y opresivo. Un trabajo que no pretende sorprender, sino insistir con precisión casi ascética en la forma más cruda y honesta del Funeral Doom.